18 de Septiembre 2004

Entre Steinway y Holga

He de reconocer que cada día me atrae más la fotografía. Ya no soy yo el que capturo momentos, ya que aunque no eche la foto, los momentos me capturan a mí. Me transporto, encuadrado con un zoom, a un marco blanco sobre un papel satinado marca Kodak y allí me quedo, enfocado, lúgubre, beodo, pero inmortal, como inmortales son los mitos. Ya lo decía Cartier-Bresson, " Fotografiar es retener el aliento cuando todas nuestras facultades convergen para captar la realidad huidiza. Es colocar en la misma línea de mira la cabeza, el ojo y el corazón. ". Hoy precisamente habré retenido en mi retina (y solo en esta, una pena) una decena de imágenes fascinantes. Lo curioso es que al advertirlas pensé por un segundo como normalmente se hace. Estás tan acostumbrado a la fugacidad del momento, que transformamos el instante presenciado en algo habitual, común e irrelevante.

Sin embargo, y cambiando de tema, la antitesis de la fotografía en mi vida siempre fue el piano. Lo digo | escribo oyendo a Yann Tiersen y conmovido por el suave sonar de las teclas del que fue siempre y quizás sea mi instrumento favorito. Curiosamente siempre me atrajeron las melodías a piano, por no escribir que siempre quise aprender a tocarlo. Fue digamos, mi amor prohibido. Recuerdo que mi madre siempre decía que tenía manos de pianista...

Ahora los papeles se cambian así como tan fácil arrancamos las hojas de los calendarios. El tiempo dicta sentencia y el piano pasa a ser algo mas allá de lo que puedan dominar mis manos. En su lugar aparece la fotografía llamando a la puerta y llenando un gran hueco en el puzzle de mis inquietudes.

¿Que será mañana?

Escrito por Jesuli a las 18 de Septiembre 2004 a las 06:32 AM


Lo dicho, dicho está:
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